Crítica de Arte

viernes, 23 de octubre de 2015

Tacón dorado


Génesis de un proyecto

Del 16 de abril al 14 de mayo de 2015 tuvo lugar la muestra titulada Tacón dorado, esto en el espacio alternativo de “La Esmeralda”. La exposición fue un proyecto colaborativo que presentó el trabajo de dos artistas: Fernanda Robles, en ese momento estudiante de sexto semestre de la Escuela de Pintura Escultura y Grabado del CNA y Gimena Romero, artista emergente egresada de la misma institución. Tacón Dorado fue mi cuarto proyecto expositivo llevado a cabo de manera independiente y con recursos ciertamente limitados, al igual que los tres anteriores.

La génesis de mi participación en la muestra se remonta a finales del 2014, cuando Gimena Romero me pidió elaborara el texto de sala para la muestra. Después de varias charlas y reuniones en el estudio de la artista, me involucré de manera conciente en el proyecto hasta asumir un papel más activo que terminó bajo el amparo del término curaduría.
El tema de la exposición fue el Manicomio General “La Castañeda” y la vida de las mujeres al interior durante el primer periodo de la institución que va de 1910 a 1920, según la periodización propuesta por el historiador Andrés Ríos Molina. La primera fase del proceso creativo consistió en la visita de las artistas al Archivo Histórico de la Secretaría de Salud, el cual contiene los expedientes clínicos de los enfermos mentales internados en instituciones psiquiátricas como el Hospital del Divino Salvador mejor conocido como “La Canoa” y el Manicomio General. Cabe mencionar, la revisión documental en dicho archivo abarcó hasta el año de 1916.

Cuando empezamos a negociar mi participación en el proyecto, tanto Gimena como Fernanda se encontraban en la segunda fase que fue el proceso de producción de las piezas, esto después de haber pasado por la revisión documental de los fondos mencionados y la consulta de fuentes bibliográficas entorno al tema de las instituciones de salud mental en el país y el desarrollo de la psiquiatría en México.

Tacón dorado tuvo una lógica de trabajo que obedeció a necesidades muy puntuales. La principal preocupación de las artistas era integrar su obra en el espacio de tal manera que esta dialogara y luciera armónica. Las dos artistas estaban concientes de las diferencias en sus lenguajes plásticos pero sobre todo de la divergencia en sus intereses conceptuales. Mientras que Gimena Romero fue conmovida por la psique y los casos de la mujeres internadas, los cuales individualizó en 14 fotobordados, por “salud mental” Fernanda Robles tomó distancia de los expediente clínicos por considerarlos de una alta carga emocional difícil de manejar tanto a nivel personal como a nivel artístico, sin embargo, debo mencionar, esto no fue un impedimento para que se metiera de lleno al análisis de los documentos y realizara lecturas sobre el tema. Por consiguiente el trabajo de Robles se enfocó en una reflexión sobre arquitectura y memoria, y, tocada por la ausencia del edifico que fue demolido en 1968, tradujo el plano de la Castañeda en tela mediante la técnica del gofrado.

Así, de un mismo archivo resultaron piezas distintas enfocadas en dos aspectos diferentes de un mismo tema, lo cual permitió ahondar más en la complejidad de la institución y en el contexto emocional y social de la internas. Los fotobordados de Gimena Romero constituyen una reinterpretación de las fichas de los expedientes clínicos, un acercamiento a la feminidad que enmarqué dentro del trabajo de Bataille sobre el erotismo. El gofrado de Fernanda Robles es una preocupación por la re-construcción del espacio, pero no sólo desde la parte física, es decir, desde su materialidad, sino también desde la parte simbólica, la cual aterriza en un tropo de la memoria que habla de la colectividad. Desde el aspecto formal, los fotobordados exploran el dibujo y hablan a partir de la línea y el color, el hilo y la aguja funcionan como método de intervención en las reproducciones de los expedientes en tela para resarcir y reconstruir la historia personal de las internas. Por otro lado, mediante el gofrado se logra la reproducción de un plano arquitectónico a gran escala donde se mezclan formas y texturas, las cuales crean varios niveles, mismos que pueden homologarse a las capas o los recovecos de la memoria.
El reto que me lanzaron las artistas al invitarme a trabajar con ellas fue entender sus lenguajes plásticos para hermanar su trabajo mediante el montaje de sus producción artística en el espacio expositivo. A la par, tuve que diferenciar sus procesos creativos y entender sus inquietudes temáticas para traducir esto en el texto de sala. De igual manera fue importante escuchar sus experiencias al enfrentarse con los fondos documentales del archivo para comprender a cabalidad la génesis del proyecto, su desarrollo y el resultado final de las piezas. Entonces, más que ofrecer un planteamiento temático, mi participación consistió en comprender y contextualizar el proyecto, brindar un marco teórico que funcionara como una vía de acercamiento a los problemas expuestos, además de lograr que todo lo antes planteado se tradujera en una experiencia para el visitante. Mis herramientas de trabajo fueron el texto de sala, la propuesta de montaje junto con los recursos museográficos básicos, además del trabajo en redes sociales para comunicar los contenidos de la exposición. 

INAUGURACIÓN  TACÓN DORADO













 INAUGURACIÓN 














 COCKTAIL DE INAUGURACIÓN Y DJ´S






 RESULTADO FINAL



MONTAJE