Así viví la marcha
#AccionGloblalporAyotzinapa
#20NovMex
Una
breve narración de lo sucedido en la marcha del 20 de noviembre de 2014:
Llegamos
por el metro Insurgentes para incorporarnos a la manifestación a la altura del
monumento a Cuauhtémoc. Comenzamos a marchar en un pequeño contingente, poco
cohesionado pero siempre atento a que permaneciéramos juntos en respuesta a las
medidas de seguridad que sabíamos debíamos tomar.
Caminamos
por Avenida Reforma sin ningún contratiempo, algunos huéspedes nos observaba
desde sus cuartos de hotel de 5 estrellas, no sé si con admiración, desprecio o
desconcierto, puesto que para nosotros se veían sólo como siluetas negras,
sombras carentes de expresión alguna. A lo largo de la avenida no había
granaderos, pero sabíamos que estaban en los alrededores o esperándonos en el
Zócalo, pues desde la mañana, en redes sociales se había advertido de militares
vestidos de civiles circulando en camiones por la ciudad; eso si, por todas las
calles había patrullas y elementos de la policía de tránsito.
Durante
nuestra caminata, en varias ocasiones contamos hasta 43 para después gritar al
unísono ¡JUSTICIA!, la cual fuera la consigna más socorrida de los
manifestantes, y aunque tengo mis reservas respecto a que la petición que abandera
las protestas y manifestaciones sea: "Vivos se los llevaron vivos los
queremos", en algunas ocasiones sumé mi voz a la demanda que, a estas
alturas, me parece imposible pueda llegar a concretarse. Mi sentir, haciendo a
un lado las pruebas y el desarrollo de los hechos desde el 26 de septiembre a
la fecha, es que los 43 estudiantes fueron muertos, sin embrago, dieron vida a
una movilización social a nivel nacional y con apoyo internacional, que aún no
se consolida en un movimiento articulado y con objetivos claros, y a la cual
ciertamente le hace falta una demanda más contundente y realista, pero sobre
todo más elaborada y estudiada, algo que trascienda a la vaga esperanza de
encontrar 43 cuerpos con o sin vida y que vaya más allá del castigo a los respectivos
los culpables que no se reduce a los sicarios de Guerreros Unidos y a José Luis
Abarca, ex-representante del poder municipal en Iguala, Guerrero. El crimen
organizado está infiltrado en las cúpulas más altas del poder, y las cúpulas
más altas de poder también son criminales organizados, no existe tal cosa como
los políticos buenos y los narcotraficantes malos, las redes de poder y
corrupción son estructuras internas bastante complejas, una maraña que debe
investigarse con profesionalismo para poder entenderla y así ver por donde
puede empezar a desarticularse.
Al
llegar al Zócalo todo parecía tranquilo, permanecimos en la plancha unos
minutos observando como algunas personas de la multitud señalaban con láser
verde a sujetos que corrían y se escondían en los remates de la azotea del
Palacio Nacional ¿militares? ¿la guardia del EMP? ¿halcones?, muy probablemente
franco tiradores dispuestos a disparan a la orden. A la par, se oían ruidos
confusos, no sabíamos si eran disparos, al parecer eran las explosiones de las
bombas molotov arrojadas por supuestos manifestantes, o mejor dicho, grupos de
choque vestidos de civiles que actuaron bajo las órdenes del gobierno, todo en
aras de justificar la presencia de un enorme cuerpo de granaderos fuera de toda
proporción respecto a la manifestación que en todo momento se declaró PACÍFICA.
Es por todos sabido que, los grupos de choque, a los que se le ha dado por
llamar "anarquistas", generan desmanes para detonar la violencia y
así tener un pretexto que ampare la intervención arbitraria e injustificada de
los granaderos, bestias entrenadas para reprimir, peones de un gobierno
corrupto y temeroso del poder del pueblo.
Mientras
observábamos a los franco tiradores del Palacio Nacional, una nube se alzó a lo
lejos, sin saber que ocurría realmente varios manifestantes corrimos como una
reacción en cadena. Nosotros no pudimos ver nada, pero muy cerca de Palacio
Nacional se estaban dando enfrentamientos. Las bombas molotov seguían siendo
lanzadas y para ese momento los granaderos ya habían comenzado a intervenir,
primero con extintores y luego con gas lacrimógeno. Finalmente, el Estado no
dudo en usar la fuerza, poco después de estos incidentes provocados, el cuerpo
de granaderos comenzó a replegarse por todo el zócalo con la finalidad de
desalojar intimidar y reprimir a los manifestantes, afortunadamente, a esas alturas
ya habíamos tomado la decisión de marcharnos en contra flujo y evitando las
calles en las que sabíamos podían encontrarse los granaderos. Cuando llegué a casa
me enteré que mientras partía había comenzando una cacería de manifestantes
acompañada de detenciones arbitrarias, según medios electrónicos, se sabe de al
menos 30 detenidos 20 de ellos estudiantes, además de decenas de heridos durante los enfrentamientos,
los vídeos ya circulan en la red al igual que la indignación de muchos. La moneda tiene dos caras, hay tanto videos que muestran las aciones intolerantes y represivas por parte del gobierno, como aquellos que documentan el desarrollo pacífico de la marccha, en la que los estudiantes hicieron uso del arte como medio de protesta y gala de su ingenio.
Quienes
piensan que las manifestaciones no son la solución a los problemas del país,
desafortunadamente tienen toda la razón, sin embargo, los que marchamos no
estamos equivocamos. Las protestas sociales son un ejercicio político que
debemos practicar para dominarlo y perfeccionarlo, y así poder obtener
resultados más efectivos que ayuden a cumplir nuestras demandas. No sólo se
trata de saber como actuar y como responder ante las provocaciones del Estado,
encaminadas a desacreditar los movimientos, atemorizar a los ciudadanos y así
evitar que ejerzan su derecho a la libre expresión y a la libre asociación, lo
más importante es tener la capacidad de establecer demandas realistas y claras
que demuestren la comprensión de las problemáticas sociales su origen y sus
repercusiones. La marcha del 20 de noviembre de 2014 en apoyo a los padres de
los 43 los normalistas desparecidos, es una muestra más de una sociedad
ávida no sólo de un cambio, sino de un espacio para la participación proactiva. No
sólo debemos luchar por la calle como lugar simbólico para la libre manifestación de ideas, sino por los espacios de participación
democrática que existen. Los kilómetros recorridos por miles de manifestantes son sólo un
pequeño paso hacia una "revolución" que quizá nuestra generación no vea estallar ni mucho menos concluir en la victoria. La marcha del 20 de noviembre de 2014 no es la
vaga esperanza de un cambio a largo plazo, sino la condición para poder afirmar
que lo único que permanece es el cambio.
Que arda la cabeza de Peña y junto con ella el cuerpo de corrupción que encabeza.
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Foto: AdolfoVladimir/CuartoOscuro.Tomada de: http://aristeguinoticias.com/2011/mexico/y-la-efigie-presidencial-ardio-en-el-zocalo/#&panel1-1 |
"La
moneda tiene dos caras, hay tanto videos que muestran las aciones
intolerantes y represivas por parte del gobierno, como aquellos que
documentan el desarrollo pacífico de la marcha, en la que los
estudiantes hicieron uso del arte como medio de protesta y gala de su
ingenio."
Elementos policiacos del DF y Policía Federal agredieron a personas pacíficas, quienes se encontraban ayer en las inmediaciones del Zócalo capitalino; previamente, los agentes fueron agredidos por un grupo de jóvenes encapuchados, a quienes comenzaron a perseguir.
http://aristeguinoticias.com/2111/mexico/5-videos-de-la-represion-policiaca-en-el-20novmx/
Trabajo realizado por estudiantes y egresados del CUEC UNAM sobre la marcha del 20 de noviembre de 2014 protestando por la desaparición de los 43 jóvenes normalistas. ¡Fue el Estado!
http://vimeo.com/112520978
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