Crítica de Arte

miércoles, 1 de mayo de 2013

Crónicas ciclistas: "Me dicen porno y ruedo"

 

"Me dicen porno y ruedo"




La neta la neta, al chile, nosotros los ciclistas urbanos somos unos rifados. No sólo somos temerarios y valientes, estamos algo zafados, idiotas si me lo permiten, pero rodamos por una causa. 
El viernes de la semana pasada me preguntaba: ¿qué sentido tiene exponerse al peligro día a día viajando en bici por esta caótica ciudad? Porque no falta el o la tarada que por escapar del tráfico da el volantazo, cambia intempestivamente de carril, no pone su direccional e invade el carril del trolebús cuyo nombre es "cero emisiones", para, porque no, arrollar a Gina la ciclista y sacarle un susto además de despertar su más profunda ira... 
Ey amigo conductor pst pst, si usted. Usted ha decidido viajar en coche, ha optado por tráfico y embotellamientos, así que jódase y aténgase a las consecuencias. ¡Porque no falta el listo que por librarse del tráfico quiere invadir la ciclopista! Queridos conductores, su vida son las hemorroides, es lo que han elegido, asúmanlas y disfrútenlas.



Definitivamente, una respuesta idealista de por qué andar en bici no sería convincente, la vida es un nonsense constante, el siglo XIX, el proyecto de modernidad, y la idea de evolución y progreso resultan, hoy más que nunca, absurdas y obsoletas. Perdón por mi pesimismo pero no hay redención posible para la humanidad, y gracias a Dios estamos condenados a desaparecer y comernos entre nosotros mismos estilo Soilent Green
Nosotros los ciclistas ni vamos a salvar al mundo ni vamos a mejorar la calidad del aire (sí, esa que deja a niños con asma y enfermedades respiratorias a muy temprana edad, algo inusual y dramático, pues la emisiones de los autos constituyen el 50% de la contaminación del aire), eso sí, al menos no la vamos a empeorar. Y bueno, si tuviera que contestar a mis propias dudas existenciales, me iría al día día, a lo cotidiano, porque insertarme nuevamente en razonamientos de corte teleológico sería perder el tiempo y la energía que produce la sinapsis de mis neuronas. 
Si voy en bici, es simplemente porque no quiero viajar como marrano en el metro, o confiarle mi vida al microbucerdo drogadicto, pues a diferencia de esos pobres y santos animales (lo cerditos, no los microbuseros, que se sacrifican por los humanos, nosotros sí tenemos la opción de elegir. Y yo elegí la bici, tal vez, también elegí estar al borde de la muerte (por que muchas veces, por un pelito de rana calva o por usar casco, no he quedado embarrada o con parálisis cerebral). Elegí transportarme y llevar a la muerte de copiloto a cambio de una vida de mayor calidad. Mis viajes son sin duda mucho más placenteros y productivos que los viajes en metro, y ayer, haciendo la cuenta de todas las horas que me he ahorrado por no viajar en transporte público, se sorprenderían si les digo que junto varios días, ya no digamos horas, y tan sólo por usar al pequeño Torito tres veces a la semana durante un periodo de 3 meses. 
La huesuda viaja conmigo para que esta flaca loka pueda vivir un poco más y aprovechar sus días bailando.



¿Y qué por qué soy una facilota? Bueno, ayer que regresaba de un largo y agotador viaje a Polanco, me encontré con los divinos divisionarios Pathbird Rohir y Antonio Morales quienes me sonsacaron para que fuera a rodar a Casa Biciteka: sí, proponían que fuéramos otra vez al centro (¡qué hueva!). Mi primera respuesta fue "no gracias, el deber me llama" pero cuando me dijeron: vamos a ver unos shorcuts de soft porn y bicis dije: "Arre". 
Definitivamente el sexo es el motor del mundo y el de mi bici también. No lo pensé dos veces y no me arrepiento, además de unos simpáticos cortos sexualizados, vimos "Urbanized", un documental del que pueden sacarse reflexiones interesantes sobre las ciudades, el transporte y cómo habitamos el espacio urbano. Mi mente nuevamente se vuelca del lado pesimista. Ciudades como el D.F., Tokio, o Beijing, que exceden los 20 millones de habitantes no tienen posibilidad alguna, lo que va a pasar en un futuro es que la situación va a empeorar y lo único que podremos hacer es aplicar paliativos para sostener lo insostenible. Mientras que pequeñas ciudades como Copenhague, Santiago de Chile, San Francisco, o La Paz Baja California Sur, aún tienen la posibilidad de no colapsar e implementar un modo de vida que sí sea eso: VIDA y no estrés y pérdida de tiempo.



Finalmente, pobres de aquellos que definitivamente no tienen otra opción de transporte más que metro y mil camiones, porque su trabajo está en otro estado de la República o en el Distrito Federal y la distancia en kilómetros no es de 20 ni 30 sino 60 u 80 o más, o bien es imposible llegar en bici porque les da miedo, porque no tienen la condición física o simplemente porque es imposible cruzar 6 mega-vías rápidas. 
Pobres de aquellos que son presas del miedo, yo por eso me despido con la frase de mi buen amigo Ken Merino, "Sin miedo a la muerte", porque de todos modos como dice el dicho "cuando no te toca aunque te pongas y cuándo te toca, aunque te quites", entonces no hay más que vivir "sin miedo a la muerte".

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